La Nostra famiglia: Reservoir Cats

“Recuerdo….

Que todo empezó en Italia, en un pueblo no muy pequeño. Yo, vivía en la mansión Macellaio, la casa de mis padres. Siempre estaba jugando en el hermoso jardín de delante. Mi padre siempre me daba todo lo que pedía, aunque, una cosa, nunca me pudo conseguir…resucitar a mama. Me dijo fríamente que no podía, seguidamente yo me escape de casa.
El exterior era frío, pero yo no dude en avanzar…aunque no pude avanzar mucho. Me raptaron a los 2 minutos de salir de Macellaio; me pensaba que eran amigos de mi padre. Pero no. No lo eran. Pertenecían a la familia Velsenschii, del norte. Allí, me trataron bien, pero me tenían encerrada en una habitación. Sabía lo que pasaba. Pasé tres años allí. ¿A mi padre no le interesaba?
Pasaron dos días. Era 22 de junio. Hacia calor, y olía a quemado. La torre de al lado de la mía estaba comenzando a quemarse. Vi salir a un muchacho, más exactamente el hijo del capataz, fue el que provoco el incendio. Se le veía en los ojos, había realizado su venganza. Estarte tres años en un sitio, te obliga a enterarte de lo que pasa. Quería matar a su padre, su odiado padre. Y finalmente lo consiguió. Coji una pistola olvidada que encontré, hace tiempo y salte por la ventana, como hacia en el campamento militar de los veranos, caí enfrente de Velsenschii Velsen, y le arrastre conmigo.
Me dirigí a Macellaio y allí, entramos por la puerta que usaba de pequeña, no había vigilancia. Entramos. Fácilmente evitamos a los guardias de toda la mansión. No conocía a ninguno de ellos. Llegamos al despacho de mi padre. Pero, ya no era de mi padre. Ahora era de Marco Polo. Lo sabía. Marco había traicionado a mi padre. Entre en el despacho, como un empleado más, y pedí a Velsen que me cubriera. Marco se sobresaltó al verme. Recuerdo esa mirada de odio todos los días. Cuando actuó, para darme la bienvenida, saqué la Pistola, era una Beretta M9 cal.9 mm. Y con rabia, antes de apretar el gatillo, dije “Recuerda estos ojos, esta cara, porque les veras en el infierno”.
Cuando llegaron “los refuerzos”, lo único que pudieron hacer era largarse. Su capataz había muerto. Y su asesino era Anne K. Macellaio, la verdadera heredera del imperio.”

Pero nunca me han vuelto a llamar así, ahora me conocen como Kuroi, osease negro, como la sombra, como lo que engulle todo, apodo dado en Japón, cuando me alié con ciertas “agrupaciones” y desconociendo esa K.

Lo único que quiero ahora, es unir las familias, si hace falta con sacrificios, tanto humanos, como morales. Un imperio, un mundo.










Nuestra identificación hacia la cima del mundo:

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